martes, 24 de junio de 2014

Filosofía práctica, espiritualidad. budismo...

SIN DIVÁN

Monique Canto-Sperber
(Elogio a la filosofía práctica)

No lo tengo por cierto, o al menos no me resulta fácil apoyar la idea de Monique Canto-Sperber, según la cual «la prolongación de la fertilidad cambiará nuestro mundo», (entrevista de Lluís Amiguet en La Contra de la «Vanguardia», 13/10/2010). 


Photos de Monique Canto-Sperber - Babelio.comPor el contrario, todo indica que a la directora de l´École Normale Supérieure de París le ha pasado por alto algo más actual y sin duda preocupante, aunque ignoro, en cuanto a esto último, si para todos por igual, como es el auge del discurso Uno, o lo que viene a ser lo mismo, las inhumanas y aun antidemocráticas disciplinas que merecen esos calificativos en razón, en primer lugar, de su reduccionista mirada del ser hablante, del sujeto humano tal cual lo conocemos. En realidad, no es dable decir otra cosa de los discursos y/o procedimientos técnicos que configuran una parte no menor de la cultura, bien sean los estrictamente religiosos o las neurociencias, siendo estos últimos los que, como es conocido, reducen lo humano a los genes y/o neurotransmisores, pasando por el misticismo de las psicoterapias llamadas naturales y la yoicidad y generalización clínico-epidemiológica de las terapias cognitivo conductuales (TCC). Estas disciplinas ocuparían, creo no equivocarme, un lugar privilegiado en la causa de un cambio sin duda a peor en el mundo, como el que advendría de triunfar el sueño cartesiano: sujeto = Yo-conciencia. ¿Y la filosofía, qué dice la filosofía, qué lugar ocupa en ese affaire la dimensión moral de este varias veces milenario saber?


La cuestión, no la única y tampoco trivial, que introduce la directora de investigación del CNR y Oficial de la Legión de Honor, no es nueva y tampoco original. Tanto es así por ver en la filosofía –en el amor al saber, sin duda, que no a la verdad, cabe subrayar– la solución a no pocos problemas existenciales. En otros términos, Monique Canto-Sperber ve en lo que no es sino uno más entre los lenitivos que hacen soportable la vida, casi la panacea a la humana existencia, la solución, en fin, al malestar del hombre en la cultura. “La filosofía –afirma la autora del Ensayo sobre la vida humana. Editorial Proteus. Barcelona, 2010, y filósofa ella misma, al menos de carrera– está de moda… Hay muchos ciudadanos que quieren aprender filosofía… les ayuda a formarse una opinión sobre el sentido de la existencia, la pareja, la muerte… es la necesidad de tener una opinión seria, sólida… y gracias a la filosofía conectan con algo más profundo en su interior.”    

Ensayo sobre la vida humana pdf gratis


Con Canto-Sperber cabe aceptar que estudiar filosofía no sólo es una cuestión de moda sino una necesidad. Esta necesidad tiene un nombre, vacío, absurdo, angustia existencial, una idea conocida y cara a los filósofos existencialistas, entre los que descata Albert Camus. ¿Qué hacer ante la angustia existencial, con una vida a la que indefectiblemente le espera la muerte, la nada?  Temerario y aun se tendría por loco a quien propusiera el suicidio como solución; y la historia, como es sabido, loa a aquellos que han ideado discursos y procedimientos para hacer soportable la vida. Canto-Sperber es partidaria de la filosofía, y no tanto del sentido del más allá, esto es, del sentido que se da a la vida al dárselo a la muerte y del goce absoluto y eterno que proclama la religión, sobremanera la judeocristiana, y tampoco ve con buenos ojos los libros de autoayuda, «En vez de autoayuda lean autoexigencia, o sea, filosofía», aconseja.


José Miguel Pueyo











Las virtudes de la filosofía respecto de otros discursos con análogos objetivos quedan claros para la directora de l´École Normale Supérieure de París, al relacionar el absurdo (idea existencialista) con una máxima ética de Sócrates, «Una vida que no se examina no vale la pena vivirla». Su propuesta no es ajena al sentido, que no es otro que el de la filosofía, al que añade la reflexión racional. «Yo creo que Sócrates nos anima a encontrar sentido a nuestras vidas con ayuda de la razón y el examen crítico de cuanto hacemos. Estoy convencida de que la racionalidad puede ayudarnos a superar el vacío», afirma. En resumen, el sujeto conmovido por la angustia existencial debe asumir el sentido-síntoma de la filosofía moral en aras a su felicidad.


El psicoanálisis no puede sino discrepar de estas ideas, sin duda también de ese convencimiento, que, en este asunto, obviamente, no supera el grado de la opinión, de la doxa. Así es, en primer lugar, porque la clínica enseña que la razón, el conocimiento intelectual son insuficientes, que habitualmente no producen un cambio a mejor, ya sea en lo intelectual, en lo moral o en la salud psíquica. De ahí la existencia de nuestra práctica y, en primer lugar, el psicoanálisis del futuro psicoanalista, única garantía contra la pesada losa de las identificaciones edípicas y su injerencia en el tratamiento y aun en la lectura de los hechos culturales.

Nihil novum sub sole. El ejercicio intelectual y la recomendación práctica de Canto-Sperber no son, en efecto, sin precedentes. En ese beatífico intento pedagógico a favor del desorientado hombre postmoderno, se reconoce, salvando las diferencias, el ideal, nada más pero también nada menos, de san Ignacio de Loyola y sus ejercicios espirituales, y más cercano en el tiempo el del filósofo norteamericano Lou Marinoff, conocido por su campaña en favor del mayor misógino de la antigüedad y defensor de hacer de dos Uno, o sea, del intento de resolver la angustia de incompletud –tal vez la suya en primer lugar– con el amor a un objeto –y qué mejor objeto, afirmaba el alumno distinguido de Sócrates, que la filosofía–, como queda recogido en su libro Más Platón y menos Prozac.


Por otra parte, ¿es racional la filosofía moral, ¿cuál es su origen? Habría que investigar hasta qué punto algunas de sus recomendaciones son la expresión de la neurosis de sus agentes. De ser así se estaría instigando a asumir lo que al neurótico le ha parecido adecuado (Bien supremo) para calmar la angustia, en cualquiera de sus formas de presentación, de su neurosis.


Quizá hubiese sido suficiente con leer a Freud en El malestar en la cultura, (1929) [1930], para evitar ultrajes a la clínica, a la epistemología y aun a la ética, para no desempolvar la vieja e inoperante idea de la reeducación emocional. Es igualmente cierto que no es fácil advertir que el amor al saber, también al de la filosofía, puede derivar en identificación, que en esta ocasión sería a un saber ajeno a la verdad, a la verdad particular de cada persona, a la verdad desde la que, merced al psicoanálisis, puede erigirse un síntoma esta vez y por esa razón no hipotecado por el Destino, con más motivo si es funesto.

Octubre, 2010

José Miguel Pueyo





Monique Canto-Sperber, filósofa: 
´Ensayo sobre la vida humana´.
"En vez de autoayuda lean autoexigencia, 
o sea, filosofía"

Entrevista para la Vanguardia de LLUÍS AMIGUET
Miércoles, 13 de octubre de 2010
La Contra de la Vanguardia, nº 64


Mi condición de mujer convierte mi edad en una declaración de fertilidad, y la prolongación de la fertilidad cambiará nuestro mundo. Tengo un hijo. Nací en Argel, en un país al que nunca podré volver porque ya no existe. Soy social a fuer de liberal: una aspiración lleva a la otra



La filosofía está tan de moda en Francia como lo estuvo el rock.


¿Se matriculan muchos estudiantes en Filosofía?


Hay muchos ciudadanos que quieren aprender. Hace 20 años que no paran de abrirse cafés filosóficos,siempre concurridos, y los debates de ideas en radio y televisión conquistan gran audiencia...


Tal vez sea sólo una moda.


... Autores exigentes con el lector venden grandes tiradas - hasta 30.000 ejemplares-de sesudos ensayos. Se publican revistas filosóficas populares y el magazine Filosofie ha conseguido una difusión muy respetable. ¡Hasta se fletan cruceros filosóficos!


¿Vacaciones en el mar de las ideas?


Sí, cruceros debatiendo sobre las olas. Yo misma estoy sorprendida por la audiencia de mi programa de ética en Radio France... Pero no hago concesiones: mantengo el nivel, porque percibo que me lo exigen...


¿De qué filosofía hablamos?

No la académica, desde luego, sino una más próxima a los ciudadanos que les ayuda a formarse una opinión sobre el sentido de la existencia, el amor, la pareja, la muerte...

No son preguntas nuevas, doctora.

Son preguntas eternas, pero lo que es nuevo es la necesidad de los ciudadanos no sólo de tener una opinión, sino de tener una opinión seria, sólida, que puedan contrastar en público.

¿Y por qué la necesitan ahora?

En parte, porque los medios de comunicación han descubierto el atractivo de la opinión bien expresada y la programan en todos los formatos: encuestas, debates, tertulias, mesas redondas...

Donde todos opinan sobre todo.

... Hasta crear la necesidad en el ciudadano de tener una opinión también él mismo y por lo tanto de formarla.

¿Y eso le parece frívolo y peregrino?

En absoluto. Tal vez esta sea una moda pasajera y la primera atracción sólo superficial, pero gracias a ella muchos ciudadanos conectan con algo más profundo en su interior y crecen en ambición intelectual.

También hay mucha frívola autoayuda.

Es cierto que se aprovecha la moda para vender recetas filosóficas de felicidad...

Desde hacer maratones hasta la meditación trascendental en todas sus variantes.

Suelen ser complacientes con su lector, quien a su vez es autoindulgente. Ya hace 2.500 años que Sócrates advirtió: si quieres ser popular, sé fácil y dile a la gente lo que quiere oír. Y la gente quiere oír que existe una receta sencilla para lograr la felicidad.

¿Ocupa esta filosofía el espacio que abandona la religión?

El catolicismo en Francia y España era la formación espiritual de la mayoría, pero ha estado tan obsesionado por la moral privada, especialmente la sexual, que ha abandonado las demás dimensiones de lo humano.

Habrá de todo.

Cierto. Muchos católicos han decidido serlo en serio y han vuelto al rigor, incluso algunos al fundamentalismo. Es un síntoma.

¿De qué?

De la necesidad generalizada de mayor compromiso vital más allá del banal ir tirando.

¿En qué sentido?

El socrático: Sócrates constata que una vida sin skepsis - reflexión e indagación profunda-no merece la pena ser vivida. Sócrates no buscaba la felicidad, como la concibe un manual de autoayuda, sino la verdad.

La verdad te hará libre, pero no feliz.

Eso descubrieron los seguidores de Sócrates: la desazón del primer contacto con la verdad, que es la certidumbre de la muerte y la nada. Los existencialistas quedaron atrapados en esa sensación de desamparo y soledad en un universo absurdo. ¿Para qué esforzarse en nada si la muerte y el olvido acabarán con todo tarde o temprano?

Si no superas ese sentimiento, no vives.

Los existencialistas se negaron a esquivarlo o a intentar trascenderlo y quisieron apurarlo hasta las heces: decidieron zambullirse en el absurdo hasta encontrar un sentido en él. "No pienses el absurdo - dicen-,vívelo"...

Veo que no le satisface esa línea...

Yo creo que Sócrates nos anima a encontrar sentido a nuestras vidas con ayuda de la razón y el examen crítico de cuanto hacemos. Estoy convencida de que la racionalidad puede ayudarnos a superar ese vacío.

¿Qué razones le asisten?

Somos seres racionales y la primera respuesta es: "Si hago algo es porque soy yo". Cuando examinas tu vida, tras una gran decisión estudias instintivamente las razones por las que tú has acertado o has fracasado.

Sueles buscarte excusas o medallas.

Lo cierto es que ese juicio sólo puede ser retrospectivo. Sólo el paso del tiempo nos permitirá juzgar con exactitud a posteriori. Citaré a Bernard Williams y su Gauguin...

Cuéntenos...

Gauguin abandonó todo: mujer, hijos, amigos, porque creyó que su talento sólo se realizaría si se iba a pintar a Tahití... Y acertó.

Una cumbre del arte moderno.

Pero ¿qué hubiera pasado si se hunde su barco o si llega a Tahití y tiene una crisis creativa personal y al final no pinta nada?

Hoy sería un mal padre y un fracasado.

Se podría decir que lo único que puede justificar moralmente a Gauguin es el éxito, pero sería injusto no discriminar las razones:

Veamos...

Si se ahoga en el viaje, no podríamos culparle, pero si fracasa por su pereza o bloqueo, entonces sí sería un desgraciado.

miércoles, 13 de octubre de 2
La Contra| página nº 64
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Cicuta con auditoría

Madame Canto-Sperber profesa sin duda la skepsis socrática al vestir con sobria elegancia no sólo su cuerpo conciso y su conversación contenida, sino también su conducta pública, en la que ha puesto la ingrata búsqueda de la verdad por delante de la siempre agradecida conveniencia. Ha mantenido sonados debates con el establishment filosófico francés tanto en el Comité Nacional de Ética como cuando fue nombrada directora de la prestigiosa École Normale Supérieure y tuvo que beber la cicuta de la desautorización corporativa y sufrir una cascada de dimisiones. No sé qué hubiera hecho Sócrates frente al boicot de la élite normalien,pero ella, de entrada, encargó una auditoría...








Tsultrim Allione. 
(La incidencia del budismo en el fracaso intelectual 
y clínico de una lama tibetana


Mal comienza quien se presenta como «licenciada en budismo». Y no por lo peculiar de ese título, que también y no es poco, sino porque el pensamiento acrítico y la espiritualidad vacua, siempre presididas por los aprovechados e ingenuos ideales del panteísmo, impelen a los que sólo pueden presumir de un falso humanismo a mantener afirmaciones tan descabelladas desde el punto de vista clínico, epistemológico y, por supuesto, ético como las que nos da a leer Tsultrim Allione: «Debemos ser compasivos con nuestro lado oscuro.» 

 Tsultrim Allione – Mandala Training - YouTube
  

Los 66 años de esta amante de las tradiciones orientales, sus estudios en la India y en Tíbet le han permitido llegar poco más que a parafrasear ideas tan manoseadas y de sentido ordinario como «Crisis significa oportunidad». (Cualquier diría que apela a una de las reglas básicas del ámbito bursátil). 


 











En la misma entrevista de Ima Sanchís para («La Contra» de La Vanguardia, jueves, 19 de diciembre de 2013), podemos leer el gusto de la Sra. Tsultrim por metáforas de un estilo tan incorrecto como «la sombra» junguiana. Prueba de lo cual son expresiones tan triviales como «lado oscuro» o «demonios», con las que tal vez quiera eludir los conceptos que convienen a lo que ella pretende exponer: lo inconsciente y el superyó. Y como era de prever, esta budista afincada en Colorado ha hecho suyos también una serie de chascarrillos que son habituales entre los individuos que desconocen la naturaleza humana y la reflexión que le conviene. Así, por ejemplo, afirma que «Cada ser tiene el potencial de despertar a la conciencia plena».

 
¿Qué es la conciencia plena? Para los budistas se trataría fundamentalmente de ser conscientes de una verdad. Pero ¿de qué verdad se trata? La verdad que enseña la filosofía de la unicidad, una filosofía que defiende la relación/pertenencia/unión del ser humano con el Todo, con el Absoluto, con el Universo. Cabe preguntarse entonces ¿cómo se ha conformado ese pensamiento aparentemente banal y que ha dado lugar a una religión y a una filosofía, y que abrazan algunos físicos postmodernos y sin excepción los terapeutas cuánticos? El pensamiento budista, que como he recordado conforma una religión y una disciplina filosófica, aborrece cuanto tenga que ver con la dualidad, y enseña, por lo mismo, que pertenecemos y somos una parte del Todo, del Universo. Pero ¿por qué razón los budistas detestan el dualismo? Porque los anima un perverso anhelo subjetivo, el cual tiene su origen en un déficit en la conformación psíquica de los padres de ese pensamiento.

 
En efecto, ¿qué podemos leer en la religión y la filosofía budistas? Podemos leer un síntoma, un anhelo, una añoranza. El pensamiento budista encubre y desvela al mismo tiempo que el Universo, del que sus acólitos desean ser una parte indisociable, no es sino el Otro primigenio de la primera infancia, Otro del que no han podido separarse los agentes de ese saber y que no anhelan menos muchos de los que les siguen, quizá también por déficits intelectuales y/o de otro tipo.

Como no denunciar entonces que la filosofía de la unicidad, determinada como está por el perverso deseo de hacer de dos Uno (abrazo narcisista mamá-bebé), se presenta en el mercado de la cultura y es acogida en algunas universidades como edificante ejemplo de compasión humanista.
 
Sin embargo, no cabe sorprenderse ante la desorientación intelectual y ética de quien acoge el siniestro y alienante deseo de no desprenderse del Otro primigenio (madre universal, según la expresión filosófica), de quien anhela, por consiguiente, que dos sean Uno. No cabe sorprenderse si se tiene en cuenta, claro está, el inveterado horror del sujeto humano a la castración simbólica, el desprecio por la feminidad, o si se prefiere el terror ante la tercera y gran herida al narcisismo humano, herida que en palabras de Freud fue el descubrimiento del inconsciente, pues por el hecho de que esa instancia psíquica determina cuanto hacemos pensamos y deseamos, nuestro Yo no puede ser sino un esclavo en su propia casa.

Los ideólogos, de la que la espiritual tibetana que hoy me ocupa parece alumna aplicada, emplean de ordinario palabras rimbombantes y siempre acordes a la sugestiva bondad de la concordia y lo políticamente correcto, como lo absoluto, la unicidad, una parte integrante del Universo, la unión mística con el Todo, etc., etc.. Tal es el malsano deseo que mueve a tocar la sensibilidad de los que los escuchan y, por lo mismo, para mejor defender unos ideales que sólo pueden asumir aquellos que la cultura ha rebajado a mínimos la capacidad reflexiva y el espíritu crítico.

Quien lea los libros de Tsultrim Allione, Mujeres de sabiduría, y el último, que no supera al primero en trivialidades y errores de todo tipo, Alimentando tus demonios (La Liebre de Marzo. Barcelona: 2013), advertirá sin duda lo que conocía. Por ejemplo, que un demonio es una noción persistente que nos impide ser felices. Ni que decir tiene que para ese viaje (idea) no eran necesarias tales alforjas (libros). Pero quizá lo más estrambótico sea que a imitación de algunas propuestas de los psicólogos gestálticos, o al revés, Tsultrim aconseja personalizar el sufrimiento y alimentarlo. En efecto, por ingenuo y aun delirante que parezca, esta maestra tibetana dice: «Debes personalizarlo [un dolor físico o emocional, tus demonios], darle una forma física, e intentar averiguar qué es lo que necesita». Mas la cosa no se queda ahí. Pues ordena «Transfórmate en ese demonio, siente y piensa como él, para así poder darle el néctar de cómo se sentirá si obtuviera lo que necesita.»

Ya saben amigos, no duden en alimentar a sus demonios, sácienlos de exquisitos manjares o todo lo contrario, pues según esta maestra tibetana eso es suficiente para que no les molesten. (Bendita ingenuidad pero también aprovechada desfachatez la de la Sra. Tsultrim, quien ignora algo tan básico y fundamental en el tema que pretende saber como es que el superyó es insaciable, y, por supuesto, que el método que propone es lesivo no sólo para la inteligencia por concernir a todos los ámbitos del sujeto que imaginariamente quiere ayudar).
 
Girona, 20/12/2013
José Miguel Pueyo




La venganza del saber

Sobre el psicólogo y exmonje budista Juan Manzanera

Juan Manzanera, maestro de meditación: Todo es vacuidad y lucidez ...La diferencia entre el saber y la verdad, diferencia que descubre el psicoanálisis en el ámbito del tratamiento psicoanalítico, constituye una superación de la más antigua establecida por el discurso filosófico entre doxa (opinión, saber parcial y limitado sobre lo real) y epistéme (ciencia o saber verdadero y siempre sujeto a verificación acerca de lo real). Y es que, entre otros aspectos remarcables, la verdad que descubre el psicoanálisis no atañe tanto al objeto, aunque también, pues se trata de la verdad de cada uno de nosotros, una verdad íntima, singular y no-toda, ya que la verdad no-toda puede ser dicha, faltan las palabras, o más exactamente el broche biunívoco de un significante con un significado que recoge la expresión ¡qué ha querido usted decir con eso?, cuestión a la que Freud se refiere cuando habla del «ombligo del sueño». Así es porque la verdad pertenece a la escena que nos determina, otra escena a la que Freud le dio también el nombre de lo inconsciente. Se trata, en suma, de lo que siéndonos lo más íntimo nos es asimismo lo absolutamente desconocido, pero que no por ese desconocimiento que tiene nuestro Yo de la verdad del Otro que nos habita (de lo inconsciente), éste, el inconsciente, no deja de determinar nuestra manera de ser en mundo, o sea, cuanto hacemos, pensamos y deseamos.
 
Todo indica que el psicólogo y exmonje budista Juan Manzanera tiene alguna intuición al respecto; mientras que su epistéme, por decirlo así, es sobre el fracaso de su experiencia budista, así como de la imposibilidad de salir de ella. Esto último demuestra la fuerza de las ideologías para atrapar a las personas, y lo hacen colocándose en el lugar de la inseguridad, en el vacío, pues las ideologías no son sino saberes-objetos que oferta el mercado del saber para el ser del deseo, para el ser en falta que aspira a la completud narcisista.

Conocemos por Víctor-M. Amela, quien entrevistó Juan Manzanera para «La Contra» de La Vanguardia, 15/08/2012 («Y Osel me preguntó: ¿Tú, Juan, cuánto me quieres?»), que este valenciano de 54 años vive actualmente en Madrid y que fue monje budista durante doce, que nunca se casó, que no tiene hijos, y que profesa la política de las personas, –­quizá por entender que existe la política de los animales–. Curioso personaje este Manzanera, no por que cree en lo que funciona, sino porque a pesar del fracaso de su experiencia budista afirma sin empacho que lo que funciona es la meditación. Es más, en un alarde de sublime inocencia y ajeno a las reglas de la contradicción, se atreve a decir que esa ancestral práctica constituye esencialmente la gran tecnología de la felicidad, mientras que en el miedo ve al gran enemigo de ser humano.

Víctor-M. Amela comenta que un viejo amigo le aseguró que Manzanera era un bodisatva, algo así como un maestro de la compasión, y que durante la entrevista le transmitió serenidad y alegría. Manzanera confesó al entrevistador que ser monje budista fue para él un episodio de un aprendizaje que no se detiene, y le aseguró que la meditación no se aprende en libros por ser esencialmente una práctica, un modo de ejercitar la mente en la atención y la lucidez. Además, que las experiencias y las preguntas en los talleres de meditación le habían enseñado más cosas que sus años de monacato, y que el objetivo de la meditación era sufrir menos y con más serenidad.

Poco o nada conoceríamos de Juan Manzanera de no haber sido entrevistado para «La Contra» de La Vanguardia, con ocasión de la publicación de su libro Meditación, la felicidad callada. Barcelona: Drama, 2012, sobre el que se basa la entrevista de Víctor-M. Amela.

¿Desde cuándo medita? –Esta fue la primera pregunta del periodista al exmonje budista–.
Desde que tenía 22 años, hace ya 32 años.

¿Cuántas veces al día?
Al levantarme, por la tarde, antes de acostarme.
[Comentario de José Miguel Pueyo, en lo sucesivo J.M.P. No parece poco: 32 años meditando tres veces al día. Los frutos de esa inversión, casi una vida, cabe suponerlos extraordinarios].

¿Y para qué sirve?
Para sentir dentro de mí un fondo en el que me siento seguro.
[J.M.P. Manzanera se refiere a lo que el experimenta o siente meditando          ].

¿Seguro ante qué?
Ante el miedo, el enemigo de la felicidad.

¿Miedo a qué?
A no cumplimentar deseos, a estar solo, a ser rechazado... A no existir.

Es verdad: eso da miedo.
¡Y por eso inventamos religiones, ideologías, hermandades y clubs de fútbol!

¿Para sentirnos arropados?
Sí. Pero meditar enseña que no hay de qué tener miedo: descubres que en tu fondo esencial ¡todo está en paz, todo!

Qué estupendo sentirse así, ¿no?
Es la felicidad callada. No depende de comprar o tener cosas. La llevas dentro. Y la meditación te ayuda a recordarla.


¿Es la meditación una tecnología de la felicidad, pues?
Sí: te ayuda a ser lo que eres en tu fondo. Se conoce desde antes del budismo, hace miles de años. ¡Y la ciencia ratifica que funciona!

¿Cómo opera este método?
Enseñándote a focalizar la atención.

¿Focalizarla en qué?
En vez de hacerlo en lo que nos provoca sufrimiento, ansiedad o depresión, se trata de focalizar la atención en lo que proporciona serenidad, satisfacción y plenitud.

¿Es fácil?
Si perseveras, en menos de un año notarás los efectos benéficos.

¿Me garantiza felicidad?
Si padeces una depresión... aprenderás a no identificarte con tu depresión.

¿Cuál es la clave de la felicidad?
Dan la pista los estudios de la psicóloga Laura King: "Lee menos libros de autoayuda y ayuda más a otros". ¡Es la clave!

¿Por qué?
¡Es el modo de salir de uno mismo! Estar demasiado atento a tu ego, pendiente de uno mismo... ¡es un atajo a la infelicidad!

¿Cómo llegó usted a la meditación?
Aprobé todas las asignaturas de primero de Ingeniería, algo muy difícil, pero en segundo curso me sobrevino una crisis galopante.

¿Qué pasó?
Un amigo que terminaba la carrera... cayó en depresión e intentó suicidarse. Me pregunté: "¿Para qué todo este esfuerzo?"

¿Encontró respuesta?
No. Me colgué una mochila y me lancé al camino por Europa, recogiendo fruta... Al cabo de año y pico así, decidí irme a India.

¿Qué buscaba allí?
Llevaba dos años moviéndome, buscando un sentido a todo. Y al llegar a un monasterio cerca de Katmandú, me detuve. Sentí que allí podía encontrar un sentido.

¿En qué se basó?
En la serenidad del lama Yeshe y el lama Zopa. Me enseñaron a meditar. Volví a España y viví en la única comunidad budista que había. Les traje al primer lama... y luego me ordené monje budista en India.

¿Conoció al Dalái Lama?
Sí. Su sola presencia es transformadora.

¿En qué se parecen el monje cristiano y el budista?
En la austeridad, en el celibato, en el estudio, en la oración. Y el monje budista indaga acerca de qué es la realidad, y medita.

¿Y qué le aportó ser monje budista?
Ahondar en el conocimiento de mi esencia.

¿Cómo se alcanza eso?
¿Qué hay en ti que siempre está?

La vida.
¡Muy bien! Esa es la experiencia perenne. Siempre está. Puedes decirte: "Soy la vida".

¿Yo no soy yo?
¿Qué es yo? Trasciéndelo: está la vida.

¿Ha vencido el miedo a la muerte?
Es el cuerpo el que tiene miedo a morir: sentiré miedo si me identifico con mi cuerpo. Pero no si siento que morir es volver a casa.

¿Le ayudó el lama Yeshe?
Mucho. Cuando murió, se reencarnó en el pequeño lama Osel Hita.

Aquel niño de la Alpujarra granadina.
Entre una serie de campanas, ¡reconoció la del lama Yeshe! Fui su preceptor en India.

¿Qué edad tenía el niño?
Unos seis años. Era muy normal, juguetón... Yo le hacía estudiar, disciplinarse...

¿Qué ha sido de Osel?
De adulto lo dejó todo, estudió cine, vive en España y hace años que no nos vemos...

¿Y qué hizo usted?
Siendo niño, el lama Osel me preguntó un buen día algo que me descolocó, que me cambio mi paradigma de monje...

¿Qué le preguntó?
"Tú, Juan, ¿cuánto me quieres?"

¿Y?
¡No supe contestarle, nunca nadie me había preguntado eso en toda mi vida de monje! Dos años después, colgué los hábitos.

¿Y eso?
Sentí que me había estancado.

¿Y qué hace ahora?
Imparto talleres de meditación en España.

El placer de meditar. juan manzanera. ediciones - Vendido en Venta ...

¿Cuál es la enseñanza primordial?
Que la felicidad es un estado mental. Y que vale la pena cultivarlo..., sin abdicar de una gratificante vida laboral, social, material... Explico que se trata de "darse cuenta".

¿Darse cuenta de qué?
Sin el "de qué": ¡darse cuenta! Sólo ser consciente del instante presente. De la vida.

La terapeuta Xabela Vargas, coautora con David Bosch Pi de Levántete (Bubok, 2006), y creadora del método Bengala de crecimiento personal.   


Agosto, 2012
José Miguel Pueyo





COACHING.
(De la impostura d’un discurs postmoderno) 

Algunes empreses espanyoles, enlluernades per la potència econòmica d’Estats Units, han assumit aquest producte cognitiu-conductual típicament nord-americà del coaching. El narcisisme dels caps d'empreses, en conjunció amb la crisi econòmica, ha donat pàbul als coach i explica que, en la desorientació d’uns i altres, alguns encara segueixin contractant els seus serveis.

 

La concepció que té de la veritat i la mentida Mª Jesús Álava no supera el mínim examen epistemològic. Aquesta madrilenya, que ha vist una oportunitat de fer negoci en el camp del coaching dirigint el projecte La felicitat productiva, desconeix, entre altres aspectes, que la veritat és no-Tota, i que tant la veritat com la mentida són producte de la realitat psíquica d’una determinada persona (subjecte a l’inconscient) i, per tant, ambdues guarden relació amb la veritat, sempre singular, de cadascú. Aquest descobriment psicoanalític és fonamental per a l’èxit en qualsevol de les seves formes, ja que és la clau de la ètica, també en los negocis.

Tot indica que aquesta pedagoga només està interessada en la vessant suggestiva, adoctrinadora i ideològica de la paraula, factor a superar per a una millor gestió empresarial, tant pel treballador com per l’empresari, així com a la vida privada d’ambdós protagonistes de la societat neoliberal.

 
Girona, 1 de novembre de 2016
Jordi Fernàndez







 En neopanteísmo de Ana María Oliva

Ana María Oliva
No podía empezar peor la profesora en el Instituto en Bioingeniería de Catalunya, –entiende un entrañable amigo de múltiples y aun, en ocasiones, acalorados debates. ¿Por qué?, pregunto con desbordante ingenuidad. ¡Mira que sacar a colación el ama en este asunto!, «Mi célula más vieja tiene cinco años y mi alma es eterna.»

Pase la referencia religiosa –añade mi amigo–, y aunque no seré yo quien haga más estillas del tronco caído, no crees tú –continua– que sólo quien no sepa lo que acontece en este mundo puede concluir que «Si no ves a Dios en todo…, no ves nada». (Mi amigo me acerca una entrevista realizada por Víctor-M. Amela a la doctora Ana María Oliva, «Cada pensamiento cambia tu biocampo electromagnético», La Contra. La Vanguardia. Jueves, 19 de junio de 2014, y su lectura me permite coincidir con su análisis. Añade mi amigo que no espere nada mejor del libro objeto de la entrevista, Lo que tu luz dice. Un Viaje desde la Tecnología hacia la Consciencia. Editorial Sirio. Barcelona. 2014. Veremos.

¿Quién soy?
Todo indica que para la Directora en Instituto Iberoamericano de Bioelectrografía Aplicada, además de Business Partner en Lyoness AG, el aspecto más importante y, por consiguiente, definitorio de la naturaleza humana es la materia, y la materia en tanto energía. Escuchémosla: «Materia es energía, mesurable en frecuencias de ondas, invisibles unas, visibles otras… ¡Luz!»… «Como el universo, somos hologramáticos: cada parte contiene la información del todo.»

Causa sonrojo –apunta mi amigo– tener que recordar que la materia es importante, pero en modo alguno, y tampoco como energía, constituye un factor decisivo y menos definitorio del sujeto humano. No somos fundamentalmente «holo», tampoco «halo», y menos «aura», como imagina la doctora Ana María Oliva.

Siguiendo con lo que es más que un juego de palabras, es dable señalar que si algo somos los sujetos humanos –añade mi amigo– es «gramáticos». ¡Pues que sería del bebé, baste indicarlo así, si se le impidiese aprender a hablar, qué sería el ser humano sin la palabra, sin el lenguaje, tan singular que nos diferencia radicalmente de los otros animales. En fin, que sería de nosotros sin el Otro, sin ese lugar inconsistente por la falta de un significante, o sea, sin el Inconsciente que, como ámbito psíquico de la palabra y del deseo, determina cuanto hacemos, pensamos y deseamos. Sin el Otro del lenguaje, en el mejor de los casos estaríamos ante el niño salvaje conocido como Víctor de Aveyron.

Niño salvaje, Víctor de Aveyron
Esta doctora en Biomedicina por la Universitat de Barcelona, parece desconocer ese aspecto esencial y fundamental, y necesario también para quien se proponga decir algo congruente y cierto acerca del sujeto humano. Es más, hace suyas, –no sé si es consciente de ello–, algunas tesis filosóficomorales antiquísimas, trasnochadas y, conforme a la malsana tendencia al goce de los seres humanos, resucitadas por los acólitos de la espiritualidad, grupo de iluminados entre los que contabilizan algunos físicos cuánticos. Ninguno de ellos muestra conocer al griego Pitágoras de Samos, y así es también respecto al celebérrimo Platón. Conocerlos significa advertir sus ideas sobre la relación entre el alma individual y el Alma del mundo, siendo aquella, según tan egregios personajes de la cultura, una parte desprendida de esta última. En suma, según el pensamiento especulativo de estos filósofos, no ajeno a un patológico narcisismo y demostrando un inconmensurable horror a la separación del otro que nos hace autónomos, no somos sino una parte del Todo, del Universo.

¿Qué ofrece el campo bioelectromagnético, o con mayor precisión si cabe, qué promete el análisis del aura?
Muchas y ninguna de ellas despreciable. Quien lo asegura es la doctora Ana María Oliva. En su pintoresco modo de ver la realidad sigue de cerca las delirantes conclusiones del director del Instituto de Investigación de la Cultura Física, de San Petersburgo, Konstantin Korotkov, quien creyó haber fotografiado el espíritu o el alma dejando el cuerpo en el instante de la muerte. En realidad, nada hay de místico o transcendental en su experimento, pues se trata de la visualización de descarga de gas (Gas Discharge Visualization), una técnica avanzada de fotografía de Kirlian, método que muestra, en tomos azules, la energía, digámoslo así, que en último suspiro deja el cuerpo.

En primer lugar, a las creencias apuntadas habría que añadir un gravísimo atentado contra la epistemología y la clínica, como es afirmar que el estudio del aura arroja datos diagnósticos incuestionables, «el biocampo corporal… la imagen electrofotónica… [en suma, el aura, dice], vigila tu páncreas, tiroides, colon y aparato urogenital. Y veo triste tu corazón.»

En segundo lugar, la doctora Ana María Oliva sigue a Korotkov en la idea, por demás conocida, de los efectos de algunos alimentos, el agua, las bebidas alcohólicas e incluso los cosméticos, quien llegó a afirmar que el aura de los norteamericanos presenta la negatividad de muchos de los alimentos que consumen. En la crítica a esa cultura tecnológica, Ana María Oliva llega a sostener que «si empuñas un vaso con licor, tu aura se resiente. Si lo bebes, aun más… Sí. El campo energético del licor altera tu biocampo». (Lo que no dice esta doctora es la diferencia que ejerce en el organismo entre el wisky de siete euros la botella y el Glenrothes 16. Se lo preguntaremos, –dice sonriendo mi amigo–, no tanto para dejar el espirituoso licor sino más bien por si tuviera que cambiar de marca.)


Aspecto distinto, por lo que tiene de verdadero, es que la palabra afecta al cuerpo. Los psicoanalistas, desde Freud, lo conocemos y lo observamos a diario en los analizantes. Mientras que apelar al uso de las buenas palabras con la esperanza de que algo cambie, estructuralmente hablando, como asegura Ana María Oliva, hace pensar más en un consejo de tertulia televisiva que en una recomendación con criterio científico. Y, en realidad, qué otra cosa cabe decir cuando uno escucha «Un día, parodiando y burlándome de los que hablan suave, empecé a decir “dime, amor”, “hola, cariño”, “bonito, cielo”… ¡Y…cambié!... “Se dulcificó mi carácter” Ahora llamo a todo el mundo “corazón”… ¡y me hago bien!»

La sugestión mueve montañas. Cierto, pero no es menos que su duración en tan breves como rápidos son sus efectos, y que sus secuelas suelen duplicar al menos el padecimiento originario y siempre la ignorancia. Más siendo uno libre, también es responsable, como no se dice menos, de responder a su malestar con los paliativos que considere oportunos.

Pese a los distales, estamos de acuerdo con la doctora Ana María Oliva en algo que asevera, «Tu sistema de creencias te construye». Y es que a ella, también en este caso, han sido sus creencias las que le han hecho llegar hasta donde ha llegado.


Blanes, 22 de junio de 2014
José Miguel Pueyo










Del revival místico-panteísta 
de un filósofo postmaterialista






Decir que conversar con el autor de Inteligencia vital. Una visión postmaterialista de la vida y la conciencia (Editorial Kairós. Barcelona: 2016) es «inspirador y estimulante», como señala el periodista Víctor-M. Amela, y al mismo tiempo obviar constructos delirantes de filósofos como Pitágoras de Samos, Parménides, Platón, Plotino y Spinoza, por ejemplo, quizá no permita advertir, al menos a algunos lectores de La Contra de la Vanguardia, el deseo narcisista que implica el abrazo con el Otro (Hacerse Uno con el Otro, en este caso con el Universo) que propende la Filosofía No-dual (advaita), de la que es acólito Jordi Pigem.

 

Por consiguiente, afirmar, como hace Pigem, que el paradigma materialista se agota, tanto más que sacar a colación la obsoleta idea panteísta de que somos parte del universo y los ideales metafísicos platónicos del Alma del Mundo, denuncia que lejos de la liberación (mukti) del deseo, del cuerpo y de cuanto es fenomenológico, los espiritualistas están absolutamente determinados por el malsano deseo de goce-Todo y el horror vacui, aspectos que caracterizan a la sanación cuántica y al paradigma holístico.

 

En Pigem se reconoce asimismo el misticismo de la conciencia antirreflexiva, o sea, de un tipo de conciencia sin pensamiento crítico; y siendo este doctor en filosofía amante del budismo zen, el taoísmo y el misticismo cristiano del maestro Eckhart, esto es, de las metáforas y de la adjetivación demagógicas, no puede sino sentir repulsa hacía la castración normalizadora del deseo no menos que de la ética que aleja a los humanos de la imaginaria y siempre ególatra pretensión de ser como dioses.
 
Girona 11 de noviembre de 2016
José Miguel Pueyo






Transhumanismo, o de cómo la psicología cognitiva y las investigaciones en inteligencia artificial pretenden crear a un hombre nuevo

Quiénes son los transhumanistas y por qué menosprecian a los ...Que la ética de los ideales y del Bien Supremo, las nuevas tecnologías y la psicología cognitivo conductual hayan confluido en el antihumanismo de última generación es algo de lo que no cabe extrañarse, y como tal vez diría el genial bávaro que fue Friedrich Nietzsche (1844-1900), si alguien no lo remedia han venido para quedarse. De la manera de ver al hombre nuevo y transformar al antiguo nos habla sin mencionar la ideología que profesa una de las personas que conforman el grupo de los llamados transhumanista, y que como los acólitos de la misma también él tiene la pretensión de haber encontrado la clave para superar la condición humana mediante la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías y, por supuesto, la psicología cognitiva.  



Sin duda esto es algo que concierne al investigador, conferenciante, científico, escritor, además de colaborador de la UIMP-Barcelona (Universidad Internacional Menéndez Pelayo), Anders Sandberg (11 de julio de 1972), quien no duda subrayar (en la entrevista de Lluís Amiguet, para La Contra, de La Vanguardia, miércoles, 16 de julio de 2014), que los humanos somos torpes para descubrir qué nos hace infelices.





La ideología transhumanista, o del hombre nuevo como superación de la condición humana

Por lo tanto, si se gesta un “nuevo hombre”, el “antiguo hombre” (es decir, el de hoy) será un mero pasaje de tránsito evolutivo.



Ese “tránsito” entre lo humano no deseado y el “post-humano deseable”, será lo que los mismos ideólogos modernos futuristas designarán como "transhumanismo”.




El biólogo y eugenista Julian Huxley parece ser que fue el primero en utilizar dicho término –transhumanismo-, aunque tampoco hay que prestar especial atención a los neologismos modernos que cambian y se renombran según las circunstancias. A fin de cuentas, el transhumanismo se define a sí mismo (“The Transhumanism FAQ”, 1999), como “el movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y el deseo de mejorar fundamentalmente la condición humana a través de la razón aplicada.”



Si se vuelve atrás en el libro, y se lee la definición galtiana de eugenesia del siglo XIX (Capítulo 3), no se encontrarán muchas diferencias: “mejorar la condición humana” supone “mejorar o menoscabar” los aspectos “indeseables” de la misma. ¿No es así? ¿Por qué toda esta gente parece ser la misma y dicen lo mismo a lo largo de más de cien años? Pues porque son la misma gente: el primo de Sir Francis Galton, Charles Darwin, fue amigo y colega académico del miembro de la Sociedad Eugenista, Sir Thomas Henry Huxley, que fue el abuelo de Julian Huxley, que utilizó por primera vez la palabra “transhumanismo”, y que fue hermano deAldous Huxley, autor del clásico futurista, “Brave New World”, que supondrá ser un referente literario clave del “futurismo” de todo el resto de siglo XX. Se trata de una misma gente con una misma premisa: la ciencia aplicada al servicio de la “evolución” del ser humano; en definitiva, intervenir activamente en “una mejora” de la condición humana, es decir, hacer un “hombre nuevo”, no ya sólo como “ideal social” (como se vio anteriormente), sino como individuo concreto que aspira a nacer como “posthumano”.



Y así lo llaman: “post-humano”. Según el ideólogo transhumanista Raymond Kurzweil, “la evolución biológica es muy lenta para la especie humana”. Esta cita delata algo bastante sospechoso: cuando un “proceso” se valora como lento, sólo se puede hacer con respecto a la previsión de culminación de dicho proceso, o con referencias temporales con otro proceso paralelo. ¿Por qué tanta prisa “evolutiva”? Hay que llegar a tiempo a una cita: el nacimiento del “nuevo hombre”. ¿Qué herramientas se tienen para gestar ese requisito? La tecnología, o con más precisión, las “nuevas tecnologías”.



El transhumanismo aboga por una sinergia científica alrededor de la “superación de lo humano”. ¿Dónde va a ubicarse el origen de esta “comunidad científica” autodenominada “transhumanista”? ¿Se recuerda la región del mundo donde irrumpía el cuerpo infra-material expuesto en el Capítulo 2? En los países occidentales. ¿Se recuerda en qué país con mayor explosión? En Estados Unidos.



¿Se recuerda incluso en qué ciudad de manera más horrorosa? En Los Angeles, la capital del cine, de la industria del sexo, de los neo-espiritualismos, de la onda pop de losbeatniks, los hippies, The Doors, del satanismo, de la cirugía plástica, de Beverly Hills, delShowbusiness, del bodybuilding, del origen del SIDA… Los primeros científicos autodenominados “transhumanistas” se arremolinarán alrededor de la Universidad de California, en la década de los sesenta y setenta.



¿Cómo se consigue un hombre nuevo?

Al afirmar que somos torpes para descubrir qué nos hace infelices (en la entrevista de Lluís Amiguet, para La Contra, de La Vanguardia, miércoles, 16 de julio de 2014), nos viene a decir que él conoce la razón última y esencial por la que los seres humanos somos infelices. En realidad, está cuestión no es tan fácil como Anders Sandberg supone, y en lo que pretende saber no va menos errado que otros muchos científicos, profesores y/o conferenciantes.



Todo indica que este investigador, con sus 42 años recién estrenados, ignora la razón de la infelicidad de no pocos de los parados, también los de nuestro país; por no mencionar a las personas que saben que el cáncer los conducirá al cementerio, tanto más a los que empezaban a disfrutar de una merecida jubilación. Pero si el simpático científico sueco sale con aquello de que no se refiere a la infelicidad coyuntural, o sea, que él no habla de la infelicidad efecto de un traumático y penoso suceso actual, sino que se refiere a aquella otra más profunda, la infelicidad estructural, o sea, a una infelicidad consustancial a naturaleza humana, por lo mismo, a la circunstancia de ser sujetos humanos y no dioses, bueno, en eso sus ideas no superan a las trasnochadas de la ética de los ideales, en suma, a los planteamientos epistemológicos y morales conocidos desde los orígenes de la nauseabunda filosofía práctica y el asimismo ideológico y narcisista pensamiento religioso.



La existencia de esos objetos, antiquísimos, que alguien le dio en llamar libros, no parece ser el fuerte de este joven colaborador de la UIMP-Barcelona (Universidad Internacional Menéndez Pelayo). En realidad, el problema no es ese. Como es conocido los libros pueden ir a favor de la inteligencia e incluso de la ética, pero también suelen introducir en la cabeza de los no precavidos y gente de buena fe los mayores prejuicios y un sin número de proposiciones acordes a los delirios establecidos desde las tinieblas de los tiempos.